Buceo en el Bajo de Dentro con Mangamar
Una soleada mañana de Agosto, nos dirigimos al Centro de Buceo Mangamar, en Cabo de Palos, a prepararnos para la cita que teníamos con ellos para realizar la inmersión en la reserva de Islas Hormigas, más concretamente en el Bajo de Dentro.
Así pues, nos adentramos en el centro y empezamos a prepararnos para la inmersión, dejando el equipo listo y preparado por un lado, y enfundándonos en el neopreno en los vestuarios por otra. Una vez listos, nos dimos un paseo hasta la zona de embarque, mientras que los equipos hacían el mismo recorrido, pero a bordo del «Mangamovil»
Reunidos de nuevo en la zona de embarque, montamos los equipos en la barca y emprendimos la marcha hacia la reserva, donde, primer día en casi una semana, nos encontramos un mar en calma y sin viento, por lo que la entrada al agua fue cómoda y tranquila.
Navegamos en superficie hasta la boya, y comenzamos el descenso, donde descubrimos que el tiempo de superficie también reinaba bajo el agua, con una visibilidad más que aceptable, y con apenas corriente, por lo que una vez llegado al fondeo, encontramos el bajo lleno de vida. Castañuelas, sargos, meros, fredis… ¡y buzos! ¡Estábamos allí todos al final del cabo!
Como las condiciones eran favorables, emprendimos marcha hacia las agujas, ya que casi se podían ver desde ese punto. Lo malo de la falta de corriente es que no estaba el banco de barracudas que suele estar entre las agujas, pero en cambio encontramos un banco de corvinas, morenas, gobios de roca, y hasta un par de meros.
Volvimos al bajo para encontrar que la invasión de buzos ya había aligerado un poco, pero la invasión de vida seguía a tope. Las castañuelas no se podían ni contar, tras cada roca había un mero, algunos de los cuales se nos acercaban curiosos para conseguir primeros planos. Fredis por todos lados, exaltados por la época de celo, nadando en grupos persiguiendo a los machos más grandes. Y los falsos abadejos apareciendo desde el azul, para inspeccionarnos y volver rápidamente al lugar de donde habían venido.
Al empezar a rondar las cercanías de la reserva, emprendemos la vuelta al fondeo, para realizar la parada de seguridad y emerger a superficie, donde encontramos una nueva pega a la falta de corriente, que es que hay que nadar hasta la barca, cosa que en los bajos de Islas Hormigas no es muy habitual.
Montamos, nos desequipamos, aseguramos equipos y emprendemos regreso a puerto, donde nos esperaba un vigilante Marco junto al «Mangamovil», en el que montamos los equipos para que vuelvan al centro mientras nosotros volvemos dando un paseo en busca de una bien merecida ducha y una sesión de endulce de equipo.
Con días como estos, uno se marcha del centro con la satisfacción del deber cumplido.