El viaje submarino de Alejandro Magno

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Buceo en la Grecia clásica y helenística

El buceo es una actividad tan vieja como la humanidad. Todos los submarinistas descendemos de ese primer homínido peludo que, rascándose la cabeza, se tiró al agua para descubrir si había algo interesante que comer ahí abajo. Desde entonces la raza humana ha ido perfeccionando sus técnicas de buceo siempre en búsqueda de nuevos métodos de visión, respiración y locomoción. Pero los inicios nunca fueron fáciles, y los pioneros del mundo submarino eran sin duda tan valientes como imaginativos.

Imaginación desde luego no le faltaba al antiguo pueblo griego, cuya vida se desarrollaba a orillas del Mediterráneo bajo la protección de un verdadero panteón oceánico: Poseidón, Tetis, Proteo, Nereo y sus nereidas regían las profundidades y los hombres no tenían más remedio que plegarse a su caprichosa voluntad. Fruto de esa tendencia natural hacia lo fantástico y lo fabuloso nace nuestra historia sobre primer viaje submarino de la humanidad, adjudicado a Alejandro Magno y a su célebre tutor Aristóteles, que con eso de que era filósofo se le ocurrían unas ideas geniales.

Cuenta el relato medieval “Roman d’Alexandre” que esta famosa pareja inventó un aparato llamado lebeta. La lebeta griega fue el primer prototipo de campana húmeda que se diseñó, y su funcionamiento era tan simple como efectivo: se trataba de una estructura abierta en su parte inferior que se bajaba al fondo marino colgada de un cable. La presión del agua generaba en la parte superior de la campana un pequeño reducto de aire donde los buzos podían coger aliento sin tener que subir a la superficie. La idea dio en el clavo y se utilizó durante muchos siglos… pero Aristóteles, que no podía estarse quiero, decidió darle una vuelta de tuerca y diseño una lebeta con las paredes de cristal. A Alejandro Magno, tan valiente y aguerrido, le faltó tiempo para meterse en el pequeño acuario portátil y proceder visitar el desconocido reino de Poseidón. He aquí su testimonio.

¡El mar infecundo de Homero! ¡Palabras insensatas! Los hombres, Aristóteles, nunca han visto más que aguas agitadas por el viento, nunca han contemplado más que espumas centelleantes, nunca han estado sentados más que en la tapa del cofre. En cuanto apoyé la frente contra el vidrio transparente, vi, como bajo el sol que disipa las brumas de Hydaspe, un mundo fabuloso. Los cofres del mar desbordaban riquezas vivientes, más asombrosas que los mil tesoros de Susa y ofrecidas a mí envueltas en polvo de oro. Mira esta tierra desolada y maléfica de Gedrosia. Desde que el mar la cubre todo es fertilidad, belleza, frondosidades vírgenes, exuberancia. Estate seguro, Aristóteles, de que los hombres irán un día a conquistar sus riquezas y apoderarse de ellas. Por los campos de algas pasan manadas de peces a los que otros, enormes, siguen para devorarlos. El fondo del mar está cubierto de conchas, de animales que son acaso flores y de plantas que he visto transformarse en criaturas animadas, tendiendo sus garras y abriendo sus fauces. Bajo el mar ocurren cosas que mis ojos han visto sin que mi mente pueda comprender. Todo parece regido por la magia y los caprichos demenciales de dioses monstruosos (…)

Buceo en la Grecia clásica

Os preguntaréis cuanto hay de verdad en todo esto. Supongo que muy poco, o prácticamente nada. No es más que una fantasía medieval, aunque basada en un texto real que escribió el propio Aristóteles llamado “Problemata” (313 a.C) , en el que el genio griego hace referencia a algunos asuntos relacionados con el buceo, entre ellos los efectos de la presión en el sistema auditivo y una breve descripción de la lebeta.

…porque si se introducen los buzos en el agua con un caldero invertido, ello les capacita para respirar, porque no se llena de agua, sino que retiene el aire; no obstante si se inclina un poco y pierde la vertical, se llena de agua… (leer con tono monótono y aburrido)

Y ya está, eso es todo. En Buceo Ibérico desde luego nos quedamos con la versión medieval, que es mucho más divertida. Como decía Miralles, ¡no dejes que la realidad te estropee una buena historia!

Buceo en la Grecia clásica