Morenas, habitante de las rocas

Morena mediterránea

Seguro que a muchos de nosotros, cuando comenzamos a bucear y desconocíamos casi por completo lo que había allí abajo, nos parecía (y todavía nos parece) fascinante este animal, por sus peculiares formas, por sus costumbres huidizas, por sus patrones de colores y por qué no, por su visible agresividad y su presunta amenaza al aparecer constantemente abriendo y cerrando la boca, enseñándonos sus filas de dientes.

Sin embargo, conociéndole un poquito más en profundidad, la fascinación no hace más que crecer, así que os vamos a traer un poquito de información, a ver si conseguimos que os fascine tanto como a nosotros.

Si te has preguntado alguna vez de donde viene su nombre común de morena, se debe a que pertenece a la familia de los Murénidos (Muraenidae), una familia que comprende más de 200 especies, desde la más pequeña, la morena de Snyder de una longitud máxima de 11’5 cm, hasta la más larga, la Strophidon sathete alcanzando los 4 m. de longitud. Pero la morena mas grande, como su nombre indica, es la Morena Gigante (Gymnothorax javanicus) que aunque «solo» alcanza los 3 m. de longitud, puede llegar a pesar 30 kg.

Las morenas carecen de aletas pectorales y pélvicas, y la aleta dorsal comienza justo detrás de la cabeza para unirse a la aleta caudal y anal, formando una aleta continua hasta el final del cuerpo. La mayoría de las morenas tiene el cuerpo «tatuado» de un patrón que generalmente la caracteriza y define, como por ejemplo la Morena Leopardo, que tiene el cuerpo cubierto por un patrón de manchas negras sobre cuerpo blanco.

La piel de las morenas suele ser muy fina, por lo que la mayoría de las especies segregan una mucosa protectora sobre ella, que en algunos casos es venenosa para sus depredadores. Entre los más comunes se encuentran los meros, las barracudas y algunas serpientes marinas.

Pero lo más fascinante de la anatomía de las morenas es la presencia de unas mandíbulas faríngeas, de las que algún que otro director de cine saco su idea para equipar a sus monstruos alienígenas con un segundo par de fauces. Cuando atacan, las morenas despliegan estas mandíbulas faríngeas en la boca, para atrapar a sus presas y trasladarlas al estomago.

Con unas agallas muy pequeñas, localizadas en los laterales del cuerpo, justo detrás de la cabeza, deben abrir y cerrar continuamente la boca para poder realizar el ciclo de respiración correctamente, cuando no están nadando y se encuentran en reposo. Mucha de su fama de agresivas proviene de esta especial característica de su respiración, y aunque no se las puede categorizar exactamente como inofensivas para los buceadores, un poco de sentido común ayudara a que no tengas problemas con ellas.

Las morenas poseen un gran sentido del olfato, en contraposición con su pobre sentido de la vista. Todos hemos oído historias de guías e instructores que han sido mordidos por morenas en los dedos cuando estaban realizando feeding con ellas, y la realidad es que para la morena, tanto lo que le estés dando como toda tu mano va a oler a esa comida, por lo que la va a tratar como tal. En la Gran Barrera de Coral Australiana se prohibió la práctica del feeding con morenas para evitar accidentes.

Son animales nocturnos, que aprovechan los huecos de las rocas y los corales para emboscar a peces más pequeños, moluscos o cefalópodos y por el día es posible verlas deambulando por el fondo oceánico a la búsqueda de un buen sitio para la caza nocturna.