Buceo en Piles II con Planeta Azul – Agosto 2013
Llegamos al puerto de Cabo de Palos, y recorremos el muelle por el lado derecho, mirando al mar, casi hasta el final para llegar al centro de buceo Planeta Azul, que es el local que está justo antes de la Iglesia. Entramos a la recepción, que tiene más pinta de tienda de buceo que de centro y nos reciben Mimí y Cesar muy sonrientes.
“¿Habíais buceado alguna vez con nosotros?” Es la primera vez, así que rellenamos la ficha, le damos la documentación (seguro, titulación y además, para bucear en la reserva: DNI) y Cesar pasa a enseñarnos el Centro.
Al fondo de la tienda, por una puertecita que parece que lleva al almacén pasamos a lo que, ahora si, es el centro de buceo. La sala de endulce para equipos delicados a cubierto (equipo fotográfico y reguladores) cada pileta con su etiqueta descriptiva. Las botellas, de acero,, separadas entre llenas y vacías y también cada grupo debajo de su cartelito. A la derecha los baños, al fondo el cuarto del compresor, y a la izquierda el patio, enorme, en el que se encuentra la zona de endulce para el resto de equipo, la zona de secado con bastidores donde poder colgar a secar jackets y neoprenos y una amplia zona con sillas y sombra donde poder sentarnos para cambiarnos y preparar la inmersión o quedarnos de charleta un rato al acabar.
El patio está muy animado. Nosotros salimos en la inmersión de las 10, hay otra a las 9,30 y los más madrugadores ya están endulzando el equipo después de su inmersión. El ambiente es animado y relajado, y nos da la oportunidad de conocer a los compañeros de inmersión mientras preparamos los equipos.
Nos empezamos a equipar y Hector se acerca a darnos instrucciones: “Chicos, vosotros vais conmigo. En seguida traeremos un carrito que pondremos aquí para llevar los equipos a la barca que está allí enfrente.”
Y efectivamente, en seguida acercan el carrito, cargamos botellas y jackets y entre todos empujamos el carrito fuera del patio y cruzamos la calle donde nos espera la zodiac.
Hace un día espectacular, a pesar de que aún es pronto el sol pega con ganas, y apenas hay nada de viento, así que los 7 minutos que tardamos en llegar a Piles II se hacen cortísimos, incluso aunque paramos un momento a dejar en la cala a los dos que van a hacer prácticas de flotabilidad.
Solo dos barcas en la boya, practicamente nada de corriente, y el mar tan tranquilo, que algunos valientes hasta pudimos equiparnos en el agua.
Esta inmersión ya la conocemos y queremos aprovechar a hacer fotos, así que avisamos a Hector que iríamos a nuestro ritmo, y que no se preocupara si nos quedábamos retrasados, y ¡para abajo!
Llegamos al final del cabo, y mientras hacemos el recuento, de pronto vemos a Hector que sale disparado hacia otro grupo que nos acababamos de cruzar. Su compañero se había confundido, a pesar de que las botellas llevan el cartel de Planeta Azul y ¡se volvía para arriba con ellos!
En seguida rescató al buzo perdido, nos agrupamos y seguimos para abajo y a los 15 metros ¡para arriba! ¡Que frío! El agua a 28º en superficie y la termoclina a 19º. Remoloneamos un poquito haciendo fotos a los «manojos» de fredis alimentandose en los agujeros de las rocas, reuniendo ánimos para entrar en el agua fría y… 3 minutos mas tarde estábamos rodeados de meros.
Y es que, como nosotros, a los meros parecía que también les costaba entrar en el agua fría y se habían reunido todos sobre ella. Normalmente los meros no son gregarios pero esta vez se habían juntado todos en un banco para recibirnos y allí estaban, posando para nosotros y acercándose para salir en primeros planos.
Los meros estaban tan amigables, que cuando el resto del grupo siguió para dar la vuelta al bajo, decidimos quedarnos todavía un rato con ellos y seguir haciendoles fotos.
Y no solo vimos meros. Nacras, plumeros, nudibranquios, morenas, erizos, miles y miles de castañuelas y sargos…
Aprovechando la orografía del bajo, en lugar de rodearlo, lo atravemos y nos volvimos a reunir con el grupo. Y como las botellas empezaban a vaciarse así que acompañamos al primero a la boya para que subiera y ya nos quedamos cerca del cabo.
Donde para rematar la inmersión apareció un banquito de barracudas, que, otra vez, se dejaron fotografíar sin quejarse.
Ya llegando a reserva, y tras casi una hora de inmersión, volvimos al cabo para hacer la parada de seguridad, y estaba el agua tan tranquila, había tan poca corriente, que pudimos hacer la parada entre aguas, camino a la barca.
Volvemos al mundo de la gravedad y eso se nota al subir a la barca. Hacemos recuento, aseguramos los equipos y ponemos rumbo a puerto, no sin antes pasar por la cala para recoger a los que habían estado realizando prácticas, y de camino vamos comentando la inmersión. A los pocos minutos ya estamos en puerto, así que desembarcamos equipos y nos dirigimos al patio de endulce y secado de Planeta Azul para, bueno… endulzar y dejar secando los equipos. Finalmente, y como remate a la mañana, una buena duchita caliente para quitarse la sal, pero sobre todo, el recuerdo de las termoclinas.
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